¿Podría Colombia replicar la narrativa de Corea del Sur?
Mass Medios | Es sólo ingresar a Netflix para ver cómo la cultura coreana ha impregnado el entretenimiento global, no sólo con el K-pop, sino también con series, películas y literatura de profundo impacto. La reciente victoria de Han Kang en los Nobel de Literatura, el Oscar de Parásitos y la explosión de El juego del calamar reflejan algo más que una serie de éxitos: son el fruto de una narrativa nacional sólida y cuidadosamente construida, que proyecta a Corea del Sur como una fábrica de sueños moderna y conectada con las audiencias del mundo. Pero, ¿qué significa realmente construir una narrativa nacional? ¿Y cómo puede Colombia aprender de este proceso?
La narrativa de Corea del Sur, en gran medida, proviene de una historia de resiliencia. A través del “Milagro del Río Han,” este país reconstruyó su economía y desarrolló su industria cultural como un motor de crecimiento e identidad. Hoy, la cultura coreana se exporta, y se conecta emocionalmente con su audiencia, inspirando a millones en diferentes culturas. Esta conexión no fue espontánea, fue el resultado de décadas de inversión en la educación, las artes, el entretenimiento, y, sobre todo, de un compromiso con una narrativa nacional consistente, que toma sus raíces históricas y culturales para proyectarlas de forma atractiva y relevante para el contexto global.
Ahora bien, ¿cómo se extrapola esta ruta a un país como Colombia? Nuestra identidad cultural es diversa y rica, llena de historias, paisajes, sonidos y sabores. Pero a diferencia de Corea del Sur, cuya narrativa es clara y unificada, nosotros aún enfrentamos desafíos para construir un mensaje que resuene universalmente sin perder autenticidad. Ejemplos como la canción +57 muestran cómo aún existe el riesgo de caer en estereotipos o representaciones superficiales que no capturan la verdadera esencia de nuestro país ni conectan genuinamente con la audiencia.
Para lograr el impacto global que Corea del Sur ha conseguido, Colombia necesita alinear su narrativa cultural con una visión a largo plazo. Esto implica un esfuerzo coordinado entre el gobierno, la industria creativa, y los mismos ciudadanos para definir qué historia queremos contar al mundo. Al igual que Corea, podríamos posicionarnos como un país moderno, resiliente y lleno de talento, pero sólo si elegimos una narrativa que vaya más allá de los éxitos puntuales y de los íconos populares de moda.
Corea del Sur, a través de su cine, literatura y música, expone sus desafíos sociales, sus dolores históricos y su transformación. Colombia también puede hacerlo. Tenemos artistas, escritores, cineastas y músicos capaces de compartir una narrativa auténtica, que muestre nuestro país en su verdadera diversidad y en todo su potencial. Sin embargo, necesitamos ser conscientes de que este no es un proceso inmediato, sino una construcción a largo plazo que requiere autenticidad y cohesión.
La experiencia coreana nos enseña que una narrativa nacional puede posicionar al país en el exterior, y también nos puede unir como ciudadanos en torno a una visión compartida. Una narrativa clara y emocionalmente potente puede ser la clave para captar el interés de las audiencias globales, y avivar el orgullo y la pertenencia de nosotros como colombianos.
Colombia tiene el potencial y el talento para proyectarse en la escena global de forma significativa y auténtica. Con una narrativa bien construida y pensada, que supere los clichés y abrace nuestras complejidades, podríamos establecer un camino que inspire a las futuras generaciones y conecte con el mundo. Tal vez estemos al inicio de este recorrido, pero con los pasos adecuados y la visión correcta, podríamos seguir los pasos de Corea del Sur y, algún día, posicionar nuestra cultura y nuestras historias en el corazón de audiencias alrededor del planeta.
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